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Camión Mack Serie F 1977 – Ixo Models. Escala 1:43

Descripción

Camión

Historia del Mack Serie F en EE.UU.

 

Camión Mack F-700 de mediados de los 70 (versión con decoración patriótica) en un folleto publicitario de la época. La Serie F fue introducida en EE.UU. en 1962 como la nueva generación de camiones “cab over engine” de Mack, diseñada para aprovechar mejor las leyes de longitud de carretera más permisivas y así poder arrastrar trailers más largos. Pronto se convirtió en un pilar del transporte de larga distancia en Norteamérica durante las décadas de 1960 y 1970.

Mack Trucks lanzó la Serie F en 1962, marcando su tercera generación de camiones de cabina sobre motor. Este nuevo modelo reemplazó al anterior Mack H-Model e incorporó numerosos avances. Con su cabina avanzada de acero galvanizado más amplia, el Mack F ofrecía mejor visibilidad y maniobrabilidad, respondiendo a la tendencia de la industria de maximizar la longitud útil de los conjuntos tracto-remolque. En 1964 Mack ya producía mayoritariamente camiones pesados (más de 15 ton de GVW) y la Serie F encajó perfectamente en ese segmento creciente

Durante los años 60, el Mack F (sobretodo en variantes F600 y F700) ganó reputación por su dureza y confiabilidad en carretera – heredando el espíritu “Bulldog” de Mack. Venía equipado con motores diesel robustos y sencillos de mantener, en especial a partir de 1967 con la introducción del motor Maxidyne y la famosa transmisión Maxitorque de triple contraeje Estas innovaciones permitieron un desempeño superior en rutas montañosas sin sacrificar eficiencia, algo muy valorado por los transportistas de la época.

A mediados de los 70, Mack introdujo una versión renovada llamada Cruise-Liner (1975), con cabina aún más grande y moderna, pensada para el mercado occidental de EE.UU. Aun así, la Serie F clásica continuó produciéndose en paralelo hasta 1981, conviviendo con su sucesora. Para el final de su ciclo, el Mack F había dejado un legado importante: más de 60.000 unidades fabricadas en todas sus variantes (F600/F700/F800/F900), operando no solo en Norteamérica sino exportadas a decenas de países. De hecho, Mack estableció plantas de ensamblaje en lugares como California, Canadá y Australia, logrando presencia en 67 países para 1972

En Estados Unidos, los Mack F-Series se volvieron icónicos en las autopistas interestatales. Su imagen – la cabina cuadrada con el enorme parabrisas de dos piezas, el escape vertical cromado y el bulldog en el frente – quedó asociada al auge del transporte de larga distancia post-década de 1960. Fueron protagonistas en flotas de grandes transportistas y también en pequeños operadores independientes (owner-operators), apreciados por su facilidad de mantenimiento y la disponibilidad de repuestos Mack. Con la liberalización de las longitudes máximas en 1976 y el advenimiento de cabinas convencionales más largas, la era de los cabovers empezó a declinar en EE.UU. Aun así, el Mack F perduró varios años más gracias a su robustez. Hoy en día es un clásico de culto: varias unidades se han restaurado y exhibido en eventos, y su nombre permanece en la historia camionera como sinónimo de fiabilidad “hecha en EE.UU.”.

El Mack Serie F en Chile (años 70–80)


En Chile, la llegada de los Mack Serie F ocurrió en el contexto de la modernización del transporte de carga de los años 70. La empresa Salinas y Fabres (Salfa), representante oficial de Mack Trucks desde 1938, había importado durante décadas toda la gama de camiones Mack al país. Cuando la Serie F debutó internacionalmente, también hizo su arribo al mercado chileno a través de Salfa y otros importadores, encontrando su nicho principalmente en aplicaciones de larga distancia y faenas pesadas.

Durante los años 1970 y 1980, los Mack F-700 (el modelo más común de la serie) se pudieron ver en rutas chilenas transportando todo tipo de cargas: desde contenedores en los puertos hasta maquinarias para la minería. Su imponente figura de cabina chata y alta, montada sobre un sólido chasis de doble eje trasero, llamaba la atención en la Panamericana y carreteras longitudinales del país. Transportistas locales valoraban su motor de alto torque (ideal para los pasos cordilleranos y cuestas pronunciadas) y su construcción robusta capaz de aguantar caminos exigentes. De hecho, “Mack” se convirtió en sinónimo de camión resistente – el apodo “el Bulldog” se ganó un lugar en el gremio camionero chileno.

El impacto del Mack F en Chile se dio tanto en el ámbito industrial como cultural. En sectores mineros del norte, estos camiones introdujeron capacidades de carga y arrastre superiores a las de modelos europeos más pequeños, contribuyendo a aumentar la productividad en el transporte de minerales y suministros. En el transporte interurbano, empresas de carga de la época incorporaron Mack F-Series en sus flotas para rutas entre los puertos de Valparaíso/San Antonio y Santiago, e incluso hacia Argentina, aprovechando su potencia para cruzar la Cordillera. Algunos camioneros veteranos todavía recuerdan el rugido grave del motor Mack E6 subiendo Las Chilcas o Cruzando el Paso Los Libertadores, así como la silueta inconfundible de su cabina cuadrada dominando el paisaje.

Si bien en los 80 comenzaron a ganar terreno camiones europeos más modernos (como Scania serie 2 y Volvo) gracias a la apertura comercial, los Mack F mantuvieron su legión de adeptos. Su presencia contribuyó a elevar los estándares de la industria local, demostrando las ventajas de la tecnología norteamericana de la época en términos de durabilidad y rendimiento. Incluso décadas más tarde, ejemplares sobrevivientes han sido objeto de restauración por entusiastas chilenos – por ejemplo, en 2014 un coleccionista logró recuperar un Mack F700 de 1977, enfrentándose al desafío de conseguir repuestos como los parabrisas originales. Estas historias reflejan el cariño y admiración que la marca Mack y su Serie F sembraron en Chile.

En resumen, el Mack Serie F dejó una huella imborrable en el transporte chileno de los 70 y 80. Su figura imponente y desempeño robusto simbolizaron progreso y confianza en un periodo de crecimiento económico e integración vial del país. Hoy es recordado con nostalgia por coleccionistas y conductores, como un icono de la ruta que conectó ciudades y puertos en tiempos donde la tecnología electrónica aún no llegaba a los camiones – todo dependía de la mecánica pura y la pericia al volante.

Comparativa con Otros Camiones Contemporáneos (década 70–80)

El Mack F-Series compartió rutas y competencia con numerosos camiones emblemáticos de su época, tanto estadounidenses como europeos, que también circularon en Chile. Una comparación técnica e histórica permite apreciar sus fortalezas relativas:

  • Vs. camiones americanos (Kenworth, Freightliner, International): En EE.UU., el Mack F rivalizó con modelos como el Kenworth K100 (cab-over lanzado en 1961) y el Freightliner COE, entre otros. Todos ellos ofrecían configuraciones similares de cabina adelantada y motores diésel de gran potencia (a menudo motores Cummins NTC o Detroit serie 71/92, con potencias de ~300–350 HP). Por ejemplo, el Kenworth K100 destacaba por sus opciones de cabina más amplias (versión Aerodyne con techo elevado en 1976) y una variedad casi ilimitada de motores y transmisiones, llegando a ser uno de los cabover más populares de los años . Frente a estos gigantes, Mack diferenciaba su Serie F dotándola de motorización propia: los motores Maxidyne de Mack tenían un comportamiento único, entregando gran torque a bajas rpm, lo que reducía la necesidad de cajas de muchas velocidades. Así, mientras un Kenworth o Freightliner típico podía montar cajas de 13–15 marchas para aprovechar motores Cummins de potencia alta pero banda angosta de torque, un Mack F con Maxidyne rendía similar con 5–10 marchas gracias a su curva plana de par. En cuanto a robustez, todos estos camiones americanos compartían un enfoque en chasis pesados y ejes reforzados (pensados para cargas máximas y largas distancias). El Mack, sin embargo, gozaba de cierta fama extra por su tradición “bulldog” – muchos operadores lo veían como más aguantador en servicio severo. Donde sí quedaba atrás era en comodidad: la cabina del F-Series, si bien sólida, era estrecha y de acceso más complicado en comparación a, digamos, un International Transtar II de la época que ofrecía literas más espaciosas. Kenworth incluso introdujo la cabina VIT con 7 pies de altura interna (Aerodyne) en 1976 para mejorar la habitabilidad, algo que Mack tardó en igualar. En suma, en rutas chilenas e internacionales, los Mack, Kenworth, Peterbilt, etc. se repartieron el mercado de camiones pesados americanos: Mack triunfó especialmente en aplicaciones donde su tren motriz integrado ofrecía eficiencia (subidas prolongadas, transporte minero), mientras que Kenworth/Peterbilt dominaron entre quienes priorizaban personalización, potencia bruta o comodidad para el conductor.
  • Vs. camiones europeos (Scania, Mercedes, Volvo): En Chile, a fines de los 70 comenzaban a aparecer en mayor número camiones europeos, muchos provenientes de Brasil o directamente importados. Marcas como Scania y Mercedes-Benz introdujeron un enfoque distinto al estadounidense. Por ejemplo, el Scania LB111 (1975) montaba un motor turbo diésel de 11 litros y ~300 HP, con transmisiones de 10 o 12 marchas, en un camión de cabina frontal más compacta y liviana que la del Mack F. En 1977 Scania lanzó su serie 141 con motor V8 de 14 litros logrando hasta 375 HP, similar a la potencia máxima de los Mack V8 de aquel entonces}. Mercedes-Benz por su parte ofrecía modelos como el LP/NG 2632 6x4, equipado con motor V10 de 15,9 L y 320 HP. ¿En qué se diferenciaban en la práctica? Los europeos tendían a ser más ligeros (menor tara) y eficientes en consumo de combustible, sacrificando algo de potencia bruta. Su diseño privilegiaba la ergonomía del conductor – desde suspensiones de cabina, asientos neumáticos, hasta niveles de ruido más contenidos (Scania promocionaba sus cabinas “silenciosas” en los 70). En cambio, el Mack F era más espartano: rudo, simple y enfocado en la durabilidad mecánica. En términos de desempeño, en rutas planas un Mack V8 o Cummins de 350 HP podía aventajar a un Scania L111 de 300 HP en velocidad de crucero; pero en tramos muy sinuosos o urbanos, los camiones europeos más pequeños ofrecían mayor agilidad y maniobrabilidad, además de frenos motores más efectivos en algunos casos. En Chile, muchos transportistas complementaron sus flotas americanas con camiones europeos para cierto tipo de trabajos: por ejemplo, los Mack F y R se usaron en cargas ultra pesadas (minería, forestal), mientras que Scania 111/141 o Volvo N10/F12 ganaron terreno en el transporte de carga general por su buen rendimiento y respaldo de postventa. A la larga, los europeos también introdujeron cabinas basculantes de más fácil acceso al motor y costos operativos más bajos, factores que incidieron en su adopción. Pese a ello, el Mack Serie F mantuvo un estatus legendario: incluso comparado con sus pares internacionales, su figura imponía respeto y su fama de “indestructible” quedó grabada en la memoria del rubro transportista.

En conclusión, el Mack Serie F de 1977 se sitúa en un punto medio histórico entre dos mundos: la era clásica de los camiones norteamericanos de fuerza bruta y la emergente ola de camiones globales más eficientes y cómodos. Su presencia en Chile y el mundo permitió elevar los estándares y sirvió de referencia para futuras innovaciones. Hoy, coleccionistas y nostálgicos del transporte valoran tanto sus méritos técnicos (motor, chasis) como el valor sentimental de revivir una época en que conducir un camión requería más pasión que electrónica. El Mack F es, sin duda, un monumento sobre ruedas a aquella época, y su reproducción a escala 1:43 nos permite acercarnos y apreciar en detalle esta máquina legendaria

¡Esperamos que este informe detallado haya sido de tu agrado y te transporte al apasionante mundo de los camiones clásicos Mack!

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